Crisis Institucional en el Fútbol Chileno: Caos y
Posibles Soluciones
Por José Tomás Valenzuela |
@elBolillo_
Crédito: Agencia Uno |
A pesar de ser el mejor año (deportivamente) de la Federación de
Fútbol de Chile, tras obtener por 1ª vez la ansiada Copa América, diversos
hechos recientes han demostrado que el éxito de la selección nacional es sólo
una fachada de la grave crisis interna –directiva, institucional y estructural–
que sufre el fútbol chileno.
Ahora bien, el caso particular del ex presidente de la Asociación
Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) y la Federación de Fútbol de Chile,
Sergio Jadue, es una bomba que indefectiblemente producirá graves daños a la
imagen y estructura del fútbol chileno. De un día para otro, y en medio de la
disputa de importantes partidos clasificatorios al próximo Mundial, el Sr.
Jadue viajó (o huyó) a Estados Unidos para colaborar con el FBI y la justicia
de ese país, acogiéndose a una delación compensada para rebajar una posible
condena criminal. Resulta que el ex presidente sí estaba involucrado en el Fifagate (contrario a lo que había
recontra jurado) y tendría varios millones de dólares en cuentas en paraísos
fiscales. Pero aun tiene el descaro de renunciar, a regañadientes, sólo después
de que se lo exigió el Consejo de Presidentes de los clubes miembros de la ANFP.
No obstante, y por si fuera poco, hace apenas unos meses el Ministerio
de Justicia –organismo encargado de fiscalizar las corporaciones sin fines de
lucro como la ANFP– le había señalado que la última reforma estatutaria sería
ilegal. En ella, entre otras cosas, se fijaron remuneraciones para el
presidente y demás miembros del directorio de la ANFP, lo cual contraviene los
artículos 551 y siguientes del Código Civil que prohíben distribuir utilidades
y establecer remuneraciones a los socios y directores. Inclusive, esta semana
fiscalizadores de dicho ministerio se apersonaron en las oficinas de la ANFP
solicitando documentos y registros contables, ¡pero se les prohibió el ingreso!
Ante lo ocurrido –y frente a las posibles sanciones que van hasta la pérdida de
la personalidad jurídica–, desde la Asociación se indicó que el impase se
produjo por un “error de comunicación”, asegurando estar a completa disposición
de la justicia. Otro que expuso problemas en la entrega de información fue
Ramiro Mendoza, ex Contralor General de la República, nombrado auditor externo
de la ANFP cuando explotó el caso Fifagate
allá por junio de este año.
Para mayor inri, estas semanas son claves para determinar si la ANFP
hará uso de la opción de compra del 20% que le resta para obtener la totalidad
de la propiedad del CDF (Canal del Fútbol). El próximo 31 de diciembre de 2015 vence
el plazo para pagar la millonaria suma estimada en USD 19 millones. Para ello
se está en plena etapa de evaluación y negociación con empresas inversionistas,
y como si no fueran tiempos suficientemente difíciles, Fox Sports –la
adjudicataria favorita– acaba de retirar su oferta por el caos generado con la actual
crisis, que tiene a una ANFP sin un directorio definido con el cual negociar.
El CDF siempre ha sido un tema crítico en la ANFP; desde que el negocio reporta
millonarios dividendos, la lucha por el reparto de los excedentes ha sido
encarnizada. Basta recordar el caso de Harold Mayne-Nicholls en tiempos que su excelente
gestión con el CDF, la recuperación del espectáculo y de la selección en la era
Bielsa hacían prever una fácil reelección, pero su postura chocaba con la de
los clubes “grandes”, lo que derivó en una infeliz novela que terminó con Jadue
asumiendo de rebote.
Lo peor de esta historia es que nadie se ha sorprendido con el devenir
de los acontecimientos actuales. Es generalizada la opinión pública de que se
tienen que ir todos, de que es necesario un cambio total no solo de los
directores en la Asociación, sino también en los respectivos clubes, que se
reformen los estatutos abriendo la ANFP a gente externa en el directorio, en su
auditoría y fiscalización, en una administración general profesional, etc. En
efecto, de no concretarse la compra del CDF quedará demostrado como la
desorganización, descontrol y falta de seriedad de los dirigentes hará perder
una oportunidad histórica para fortalecer la economía del fútbol chileno y
asegurarse la propiedad y administración de un negocio como el CDF cuya
rentabilidad crece sostenidamente en el tiempo.
La ANFP (al igual que FIFA) es un ente privado, autónomo, cerrado que
no se ha adecuado a la Ley 19.017 del Deporte, por tanto no es objeto de los
requerimientos que dicha norma establece ni de la fiscalización que esa ley
encargó en el IND[1] (hoy
Ministerio del Deporte). Igualmente, en la práctica tampoco le aplica la Ley
20.019 de SADP[2], pues ésta
rige a los clubes, mas no a la Asociación/Federación que las acoge, por ende la
SVS no la puede controlar. Y puesto que la ANFP no es una sociedad anónima ni
la rige la Ley del Deporte, escapa de los requisitos y funciones que la Ley
20.019 prescribe, al no existir un organismo que tengas atribuciones efectivas y
eficientes de fiscalización sobre aquélla. Así, sólo queda el Ministerio de
Justicia que recién ahora está actuando, pero que tampoco tiene las herramientas
para efectuar certera y eficientemente el control necesario.
Más aún, de meterse más el Estado, FIFA raudamente pondría el grito en
el cielo por la prohibida influencia estatal y amenazaría con la temida
suspensión de la Federación de competencias oficiales. Y no hay gobierno que
soporte la presión popular de dejar a su selección (a su país) sin Mundial.
Así, depende sólo de la ANFP y sus socios aplicar las reformas necesarias.
Por su parte, la estructura jurídica en que está construida la
institucionalidad del fútbol chileno es otro elemento que conduce a problemas,
pues las ligas (Asociación) no están separadas de la Federación y dejan al
fútbol amateur (ANFA) en un lugar más oscuro, más cerrado, con pocos recursos y
aún menor fiscalización.
Consiguientemente, es vital que el cambio parta por ahí, diseñando una
estructura distinta en que la Federación, como ente superior, sea el principal
control interno en el esquema del fútbol, separado de la Asociación de clubes
profesionales, que se encargue de las Selecciones Nacionales. Además, que se
preocupe en mayor medida, con más publicidad, transparencia y recursos del
desarrollo del fútbol de base, de los clubes y jugadores aficionados,
fortaleciendo así este deporte en toda la comunidad y en lugares en que el
fútbol profesional no llega.
Otra medida importante, sería la creación o transformación de la ANFP
en una empresa, una sociedad anónima que se preocupe de hacer crecer el negocio
del fútbol y el desarrollo sustentable y sostenible de sus socios –los clubes–,
bajo una administración más abierta y transparente, y bajo la atenta fiscalización
y control de la SVS, con balances públicos, mejor manejo de las marcas que
componen el fútbol chileno, la misma ANFP, etc. Los clubes tienen que entender
que son socios de un mismo negocio y que sólo se enfrentan en la cancha.
Actualmente son muchas las entidades públicas y privadas, nacionales e
internacionales que luchan contra graves problemas de credibilidad por
distintos casos de corrupción u otros escándalos diferentes. Por ello la
opinión pública y las comunidades respectivas exigen funcionamientos éticos,
control y supervisión efectivos e independientes, elecciones directivas
limpias, en fin, total transparencia. Eso es lo que pide y necesita el fútbol
chileno, y de tomar las medidas adecuadas los primeros y grandes beneficiados
serán los propios dirigentes, y luego todo el país (y el mundo) les estará
agradecidos infinitamente. Pero como todo en la vida, la mezquindad muchas
veces impide ver el camino correcto y más fructífero; esperemos que éste no sea
el caso.
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