Crédito: Agencia Uno |
Como es de público
conocimiento, hace unas semanas José Luis Sierra, DT de Colo-Colo, decidió
reemplazar a Humberto "Chupete" Suazo cuando faltaban poco más de 20'
para que terminara el partido en que empataban –con uno menos– frente a San
Marcos de Arica. Esa decisión no gustó para nada al calvo goleador, y se lo
hizo saber inmediatamente al entrenador y cuerpo técnico con fuertes insultos.
Tales hechos a pesar de ser nefastos, ordinarios y repudiables, son muy comunes
en el fútbol y suelen resolverse internamente, a veces con alguna sanción
deportiva o económica, con una previa aclaración correspondiente entre los
involucrados. Ello fue justamente lo que buscó Sierra al citar a Suazo a una
reunión al día siguiente. Sin embargo, Chupete se negó a ir señalando "no
hablo con mediocres".
La reacción de Sierra
y su cuerpo técnico no se hizo esperar y le comunicó a la dirigencia que no
contaba más con Suazo y, en una práctica tan habitual como ilegal dentro del
fútbol, habría decidido separarlo del plantel. Pero antes que ello se
efectuara, los directivos eligieron tomar un camino más extremo aún y terminar
unilateralmente el contrato del futbolista por la causal de incumplimiento
grave de las obligaciones del contrato (Art. 160 N° 7 del Código del Trabajo). Más
aún, en las conversaciones con el agente del delantero las partes tampoco
llegaron a acuerdo en el monto de indemnización, anunciándose que el tema se
resolvería en instancias judiciales.
Si se analizan los
incidentes específicos que gatillaron este caso, un supuesto insulto de Humberto
Suazo –en caliente tras ser reemplazado– y negarse a una reunión posterior con
el DT, a priori, difícilmente constituirían por sí solos un incumplimiento
contractual de carácter grave, considerando que la carga probatoria recae
exclusivamente en Colo Colo. Asimismo, como la ley laboral no señala qué se
entiende por grave, es el juez quien lo debe determinar en relación a las
pruebas que presente el empleador sobre los hechos, el historial del
trabajador, el contexto, las atenuantes y agravantes, etc. Adicionalmente, para
que una rescisión de este tipo tenga resultados propicios para Colo Colo, se
requieren pruebas concretas y contundentes que limiten la subjetividad del caso
en cuanto a la interpretación del juez, pues, además, en Chile los tribunales
laborales tienden a fallar a favor de los trabajadores en un 70-80%.
En efecto, las
implicancias y características de este caso lo hacen muy delicado. Además de
tratarse de uno de los mejores jugadores chilenos y de Colo Colo de la última
década –sino de todos los tiempos–, y de las figuras de un plantel en plena
lucha por el campeonato, Suazo era el mayor sueldo del camarín albo: alrededor
de $42 millones de pesos mensuales. Al contrato le restaban 8 meses de
vigencia, es decir, un total de $336 millones de pesos.
Más allá de que la
actitud del jugador es repudiable, en mi opinión el camino y la estrategia que
ha tomado el club no es la mejor. La máxima dice que es preferible siempre un
mal acuerdo a un buen juicio, y a lo drástico de la decisión se suma lo rápido
o apresurado con que se zanjó por parte de Blanco y Negro. Es muy probable que
los insultos y la falta de respeto para con el entrenador no sean la única
razón que motive el despido, sino que haya sido la última falta tolerable y que
en conjunto sumen un "incumplimiento grave", jurídicamente hablando y
bajo las premisas ya expuestas. Sin perjuicio de lo anterior, todavía es
posible llegar a un acuerdo económico previo a una sentencia que, de llegar a
ese punto, dejará muchos heridos, especialmente en el club.
Por su parte,
deportivamente no parece ser la decisión más sabia, tanto por la repercusión
mediática y emocional en la hinchada, prensa, jugadores históricos y
auspiciadores, pero principalmente en el resto de los jugadores. El club está
en plena lucha por el campeonato y un tema como este sólo puede afectar
negativamente al plantel, ya sea dividiéndolo, alejándolo del cuerpo técnico o
simplemente desconcentrándolo, y muestra de ello son el público apoyo a Chupete
de figuras como Paredes, Valdés y Fierro, o el descontrol de los jugadores en
cancha que suman expulsiones en los últimos 4 partidos.
La línea que separa a un
jugador de ídolo y modelo a “vaca sagrada” es muy fina, y el trato que deben
tener los clubes con este tipo de jugadores siempre es muy delicado, pues éstos
muchas veces abusan de su imagen, fama y llegada que han conseguido con la
hinchada. Es un reto que los clubes deben asumir con presteza, habilidad y
valentía, especialmente en el plano comunicacional, analizando detalladamente
las consecuencias económicas, mediáticas y deportivas de sus decisiones para no
terminar convirtiéndose en los malos de la película, afectando seriamente su
relación con terceros interesados y la imagen del club.
Consiguientemente, este caso
es un partido de diversos frentes para Colo Colo, de incierto panorama y con
aristas que podrían propinarle derrotas muy dolorosas; el tiempo dirá como
resuelve esta bomba. No será fácil, menos sin una importante pieza como
Humberto Suazo.
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