martes, 18 de octubre de 2011

Educar la Opinión, Educar la Objetividad

No sé si a Ud., lector(a), le pasa tan seguido como a mí, ese sentimiento de rabia e indignación, esas ganas de pegarle a la pantalla o romper el diario (periódico) que está leyendo ante el comentario de un periodista o de una persona con el púlpito suficiente para influir en varias mentes (desarrolladas o no tanto, créame, uno se encuentra con cada cosa) y, que a la hora de tratar una materia, le es imposible sacarse la camiseta, los prejuicios, el resentimiento o los colores políticos; esas personas que debiendo ser objetivos, como requisito esencial, incluso un ciego las puede retratar, o aquéllos cuya única manera de trabajar es –como diría gráficamente mi padre- “tirando caca con un ventilador”.

Bueno, el tema es que cada lunes especialmente (el Fútbol generalmente se juega el fin de semana, aunque es un problema omnibus rebus) esta maldición generalmente se apodera de mí. Este lunes no fue la excepción, después de la gran goleada que Universidad Católica le endosó a Colo-Colo (en Chile para los que no saben; me pruebo a mí mismo en la objetividad) surgieron muchas voces: demasiadas pecando de majaderas hablando de lo que rodeó el partido durante la semana y pocas respecto del partido en sí (un baile, sí que lo fue, objetivamente). Pero me quisiera detener en la de un animador chileno, simpatizante del equipo albo, que cayó en el lugar común de criticar destempladamente a los dirigentes por el simple hecho de ser empresarios, repitiendo tonteras como “nosotros (los hinchas) ya perdimos el club…”[1], entre otras. Actualmente abundan frases[2] como aquélla que de manera rencorosa se van metiendo en la cabeza de fanáticos de todo el mundo, repitiéndose hasta el hartazgo sin fin más que basurear, vilipendiar o excusar los malos momentos o resultados.

Comentarios como esos no sólo carecen de pruebas, sino de lógica y sentido común[3]; la única manera de que los empresarios y accionistas puedan obtener ganancias es si al equipo le va bien, si gana, si clasifica a copas internacionales, si pelea campeonatos. Así funciona el Fútbol –siempre con mayúscula, por favor-, así se venden jugadores, así llegan auspiciadores, así va más gente al estadio, así se capta al público, así: ganando.

En el caso concreto, Colo-Colo es lejos el club chileno que más ha invertido en refuerzos, en mejorar su estadio, su plantel, cuerpo técnico (aunque con pésimas experiencias), todo para poder ganar. Descontando el último año y medio, los albos tuvieron excelentes rendimientos, quizás no internacionalmente, pero de que se ha intentado con fuertes inversiones, de eso no cabe duda.

Los hinchas –de todos los colores- tienen que entender que no les roban su club, que los empresarios no son malos (por tener dinero), que lo único que quieren es lo mejor para el club, llenarlo de gloria, ya que, precisamente, esa es la única forma en la que podrán sacar ganancias (más aún en el fútbol sudamericano). Por otro lado, apartar a los barrabravas de la administración y gestión de los clubes es una de las tareas más necesarias y complejas que tiene el Fútbol, y mientras más demore, peor para todos.

El popular animador lo único que hace es caer en el comentario fácil y gratuito, sin medir el alcance de sus palabras (llamó a hinchas a no ir al estadio ¡¿acaso eso es un verdadero hincha?!), no se da cuenta que son muchos los ignorantes –al igual que él- que toman esos dichos y los van repitiendo y se van tomando la opinión pública, influyendo en algunos periodistas –los peores, porque debieran saber mejor- y terminan transformando el medio en una polémica nube de resentimiento, violencia y, principalmente, ignorancia.

Pero tal como se da en esta materia, también pasa en casi todo ámbito: la opinión pública crece en cantidad (lo que es bueno), pero pierde a montones en calidad, en certeza, en objetividad, en claridad, respeto, imparcialidad, precisión; epítetos que más que adjetivos debieran ser requisitos esenciales de cualquier reportaje, entrevista o columna periodística. Sin embargo, la responsabilidad es mayor en aquellas personas con audiencias más populares o que son “líderes” de opinión,  pues mucha gente considera como verdad santa cualquier palabra que digan.

Por consiguiente, el mundo mediático y de las comunicaciones necesita, le urge una educación en su objetividad, evitar comentarios “en caliente” y procurar estar claros a la hora de dirigirse a su audiencia –sea el medio que sea-, pues de esa manera se ilustrará e instruirá a la población que capta esos mensajes, quienes podrán aprehender de mejor manera y de forma más veraz lo que realmente sucede.


[2] Como por ejemplo, “quieren solo la plata”, “no les interesa más que el negocio”, “nos robaron el club”, “se cagan en los hinchas”, etc.
[3] No quiere decir que no hayan habido ejemplos de pésima gestión de clubes, mundialmente, o de empresarios que efectivamente sólo hayan buscado un negocio sin importar los resultados deportivos (raro). Pero no justifica la facilidad y gratuidad de esos dichos.

lunes, 17 de octubre de 2011

Los verdaderos hombres lloran, cosas que logra el Fútbol

Abuelo y nieto juntos en la cancha. El Fútbol (siempre con mayúscula) tiene eso especial que lleva a las emociones más grandes, en 90 minutos la alegría, la frustración, la pena, la algarabía, rabia, emoción, etc. El Fútbol en una imagen, eso es este video.

Hincha de Verdad: Los de cartón aprendan o absténganse

Esta es la historia de José, un hincha fiel del Osasuna, cuadro que deambula por la mitad de la tabla de la Liga española o lucha por no descender.


martes, 11 de octubre de 2011

Cocina: Bondiolillada Primavera


Bondiolillada Primavera:

¿Qué es? Bondiola de cerdo a la mostaza (al horno) con pimentón acaramelado relleno con huevo, queso y champiñones; acompañado de un surtido de verduras salteadas.

Ingredientes:

- Bondiola de cerdo (cabeza de lomo en Chile, creo) a la mostaza cocinada a fuego lento en el horno. Se demora. La mostaza aliñada con aceite de oliva, y variadas especies (póngale un ajo).

- Pimentón (morrón) rojo o verde relleno con queso (cualquiera), uno o dos huevos y champiñones, se cocina al horno. Antes, se carameliza el pimentón.

- Zanahorias, pimentón, cebolla, dientes de dragón, brotes de soja, champiñones (y la verdura que se le ocurra) salteados en aceite de oliva, sal, azúcar (en cantidad para acaremelar), soja, pimienta, perejil, ají molido, comino, curry (y la especie que le quiera meter).

Recomendación: Cómalo con una cerveza (hüunen) roja o un buen vino tinto.

martes, 4 de octubre de 2011

Educación de calidad, enfoquemos el debate


Me imagino que “educación de calidad” es una de las peticiones del Movimiento Estudiantil en que todos coincidimos. ¿Alguien podría estar en contra de ello? ¿Y por qué entonces no se ha implementado un índice de calidad a nivel nacional? Claramente la semántica es extensa y permite ambigüedades en el lenguaje, por lo tanto, me atrevería a decir que hoy tenemos un problema asociado a la definición de este concepto.
 
Educación de 'calidad'

Paloma Grob, I. Comercial y Artista Visual UC


Primero que todo debemos definir cuáles son nuestros objetivos, pero aun así, ¿estaremos todos pensando en los mismos objetivos?

Si lo más importante es estar en las primeras líneas de los rankings, sacar el mejor puntaje PSU, sacar el mejor puntaje SIMCE o lograr un mejor resultado en la evaluación internacional PISA, está claro que la “calidad” se asociará a ese ranking. Sin embargo, aquí estamos frente a un efecto pernicioso. La necesidad de aparecer en los primeros lugares del ranking hará que la atención esté focalizada en los indicadores que lo conforman, pero ¡cuidado! ¿por qué se usan esos indicadores y no otros? ¿cómo incluir los cambios culturales dentro del ranking? ¿cómo combinar distintos indicadores? ¿qué habilidades se miden con esos indicadores?

Lo que me preocupa va de la mano con una sociedad que está en constante cambio según los distintos factores que la conforman. Los medios de comunicación, la política, la economía, el arte, la publicidad, los debates, las leyes, el desarrollo internacional, etc. La combinación de estos factores y muchos más inciden directamente en la cultura, tomando en cuenta lo que hace y lo que deja de hacer el país, que invisiblemente va moldeando y ordenando nuestra sociedad. Por lo tanto, es de suma urgencia analizar qué facultades debe desarrollar un niño para enfrentarse a esta cambiante cultura.

Acá quiero hacer un paréntesis respecto a las familias, que son un pilar fundamental en la formación del niño y que hoy las vemos muy ausentes en su desarrollo, por distintas circunstancias que han permitido un escenario muy disgregado, donde el niño prácticamente crece sólo y su ejemplo más cercano ya no son sus padres sino los profesores, amigos y/o personajes de la TV. Entonces frente a esta situación el colegio pasa a ser un espacio privilegiado donde el niño podrá conocer ese ejemplo y recibir apoyo para desarrollar sus talentos y habilidades, que luego serán una gran herramienta para descubrir su verdadera vocación y enfrentar las exigencias de la vida.

¿Pero qué está pasando hoy en día con este apoyo que entrega la institución educativa? Ocurre, que, por el mismo hecho, que suena bastante lógico, de potenciar los indicadores que permitirán escalar a los primeros puestos del ranking, se han cambiado las horas para desarrollar habilidades blandas, por más horas de matemáticas, lenguaje, ciencias sociales y ciencias naturales. Y esto suena muy cuerdo, ya que esos son justamente los conocimientos necesarios para enfrentar la PSU y poder entrar a una carrera “rentable” en la mejor universidad posible.

Pero, si un niño recibe desde chico una educación focalizada sólo en las materias que serán evaluadas en estos indicadores, hay un alto riesgo de perder talentos innatos, y acá entramos en otro problema asociado a esta supuesta “calidad” que todos buscamos y que no sabemos si hay consenso en su definición de fondo.

Al reproducir alumnos en masa, que entrarán a las mismas carreras, no solo estamos limitando la naturaleza humana y diversa, sino que estamos colapsando el mercado con profesionales de carreras “rentables”, con lo que en el mediano plazo esa rentabilidad se verá afectada e indudablemente caerá o se equilibrará por una selección natural de los mejores talentos, dejando al margen del mercado a muchos profesionales. Según los análisis de Ken Robinson (1), esto trae como consecuencia una especie de inflación en la educación, ya que un título de bachiller no vale lo mismo que antes y si para conseguir un trabajo años atrás se lograba con 5 años de estudio universitario, ahora ya no es suficiente y hay que tener un Phd. lo cual se hace insostenible para muchas familias.

Con esto estamos tocando un problema mucho más profundo que va ligado a la felicidad del ser humano, la felicidad de poder desarrollar su mejor habilidad con las mejores herramientas. Esto lo podríamos contra argumentar con que los recursos son limitados, por lo tanto no se pueden ofrecer tantas opciones como personas hay, pero no me refiero a eso, sino a ofrecer una base para el desarrollo integral, para así, a la hora de elegir una carrera o profesión, el niño tenga las facultades suficientes para tomar sus propias decisiones y pueda hacerlo con amplios conocimientos de distintas materias y lo que es más importante, con conocimiento de sus propios talentos y habilidades. Esto lo ayudaría a desarrollar una carrera universitaria que lo apasione, que lo incentive a destacar, que motive a sus pares y que finalmente este individuo sea un aporte a la sociedad y no una marioneta del sistema.

¿Entonces, qué nos puede faltar para lograr una educación más integral?

Una opción, que yo respaldo ampliamente, es la de reinsertar el arte en la formación general de enseñanza pre básica y básica, sin que esto requiera grandes costos para la entidad educativa, ya que podemos observar que los sistemas más exitosos no son los que gastan más, sino los que mejor invierten los recursos escasos. (Si las escuelas mejoraran su eficiencia se podría reducir en un 20% los recursos que se destinan a ellas)(2)

Gracias a diversas investigaciones (3), recién en los años ‘60 la educación artística empezó a considerarse dentro del currículo y se pudo apreciar que ésta influía positivamente en áreas relacionadas con la ciencia, la lectura, la aritmética, entre otras.

Por otro lado Lowenfeld (4), enfatiza la importancia de la adaptación del hombre en el medio en que se desenvuelve, gracias al establecimiento de un equilibrio entre el intelecto y las emociones. Plantea que es fundamental hacer a los individuos más sensibles a las necesidades de los demás y que la inclusión del arte debe tener como objetivo el desarrollo de la creatividad, la ampliación del mundo sensorial y las facultades creadoras, para luego transferirlas a todos los dominios de la actividad humana.
Para Herbert Read (5) , la educación debe conducir al hombre a vivir su vida de forma espontánea, natural, creadora y con armonía emocional e intelectual. Por lo tanto, el arte en la educación está subordinado al proceso de personalización de las actitudes, de la singularidad y a la integración del hombre a la vida social.
Por ejemplo, para estimular el trabajo en equipo, el teatro permite desarrollar la creatividad a través del juego dinámico, que permite el vínculo entre los distintos actores y ayuda a desarrollar la confianza personal. De este modo se podría incluir esta expresión artística corporal como un proceso de aprendizaje y no como un resultado. Otro ejemplo se da en la formación de coros, donde cada voz es importante, luego el resultado final depende del esfuerzo y la interacción de cada integrante, fomentando así la solidaridad, virtud que hoy en día hemos ido perdiendo por ser agentes en un mundo cada vez más individualista. La actividad coral ayudaría al niño a desarrollar desde temprana edad a compartir y comunicarse dentro de un grupo, independientemente del hecho artístico.
Podría seguir con los ejemplos, pero lo que más me interesa es que reflexionemos sobre la educación de “calidad”, término tan usado últimamente y llegar a un consenso sobre qué factores podrían enriquecer nuestro actual sistema de educación.

Entonces, desde mi punto de vista, integrar el área artística en el plan de formación general, entendiendo el arte más allá de su especificidad, como un medio de expresión y de integración de las demás facultades, entregaría al niño mejores herramientas para enfrentar su relación dinámica con el medio, sea este histórico-social o físico-natural. De este modo tendríamos un capital humano íntegro, con individuos conscientes de sus propios talentos, con gran capacidad para responder a las demandas del mercado y a las exigencia.


1) Robinson, Ken. Charla TED, 2006. Disponible en internet:
http://www.ted.com/talks/ken_robinson_says_schools_kill_creativity.html
2) Schleicher, Andreas. Director en la OCDE del Departamento para Indicadores y Análisis del Directorio para Educación, en entrevista para el Diario La Tercera.
3) Bruner, J. The process of education, 1960 y 1973.
4) Lowenfeld, V. Desarrollo de la capacidad creadora, Buenos Aires, 1972.
5) Read, H. La educación por el arte, Editorial Paidos, 1973.

sábado, 1 de octubre de 2011

La Paradoja del Sembrador

La Paradoja del Sembrador

El mundo del fútbol puede separarse claramente entre formadores y compradores; los equipos sudamericanos son quizás el mejor ejemplo de los primeros, siendo los europeos, en su mayoría, de estos últimos. El poder económico de los clubes europeos hace imposible la competencia a los equipos latinos, que ven, cada vez más temprano, cómo lo que sembraron con tanto cuidado parte hacia otro lado, teniendo que contentarse con el cheque que le dejan a cambio –aunque muchas veces ni siquiera con esto.

La FIFA, viendo lo injusto de la situación de que el grande percibiera casi todos los frutos de un jugador que fue “cosechado” desde mucho antes por otro club más pequeño, decidió crear las instituciones del Derecho de Formación y la Contribución de Solidaridad, mecanismos de indemnización para los clubes formadores abriéndoles una nueva fuente de ingresos.

Sin embargo, por distintas vías, los clubes europeos siguen estrujando los semilleros, latinos principalmente, secando la tierra natural de aquellos talentos, llevándose lo bueno –muchas veces se llevan cualquier cosa, el filtro tampoco es tan fino- y dejando un fútbol que aumenta en su mediocridad, cada fin de semana de peor nivel. Los ídolos deleitan a su afición por cada vez menos tiempo (empeora la calidad de los ídolos, pues la idolatría es muy inmadura) o vuelven a terminar sus carreras lejos del nivel que los enalteció. Los jugadores se van cada vez más jóvenes: los europeos no quieren perder el quién-vive y luchan por obtener a la próxima joya.

Así es el mercado, me dirán; bueno, ¡no me gusta este mercado! Este sistema que tiene a casi todos los clubes quebrados, que año a año provoca una mayor polarización (en España están a punto de crear otro campeonato sin el Madrid ni el Barça), que desequilibra cada vez más la competencia, aburriéndola, pues son muy pocos los que pelean los campeonatos.

El problema es que se ha creado un círculo vicioso, he ahí la paradoja, ya que los clubes formadores necesitan vender para poder subsistir: los sembradores no quieren/pueden disfrutar de los frutos de su cosecha pues se han convertido en exportadores; se despotencian perdiendo las figuras que los llevarían a la gloria, que atraería a las masas, que brindarían el espectáculo. Pero quién los puede culpar, los futbolistas tampoco quieren cumplir esa función, por lo menos no en el club que los formó, prefieren migrar por contratos tres o diez veces más grandes –y repito, quién los puede culpar.

Quizás la única solución sea que los capitales fuertes, los petrodólares, los millonarios que buscan nuevo hobby se vengan a Sud y Centroamérica, a África o a otros países de Europa (el Anzhi es un ejemplo) abriendo la cartelera, haciendo al actual fútbol menos previsible (siendo la imprevisibilidad su esencia), más competitivo. Que se vengan los jeques árabes, que se vengan los rusos, que les conviene (convenzámoslos), porque el mejor fútbol –pese a todo- siempre saldrá de los sembradíos sudamericanos.