martes, 4 de octubre de 2011

Educación de calidad, enfoquemos el debate


Me imagino que “educación de calidad” es una de las peticiones del Movimiento Estudiantil en que todos coincidimos. ¿Alguien podría estar en contra de ello? ¿Y por qué entonces no se ha implementado un índice de calidad a nivel nacional? Claramente la semántica es extensa y permite ambigüedades en el lenguaje, por lo tanto, me atrevería a decir que hoy tenemos un problema asociado a la definición de este concepto.
 
Educación de 'calidad'

Paloma Grob, I. Comercial y Artista Visual UC


Primero que todo debemos definir cuáles son nuestros objetivos, pero aun así, ¿estaremos todos pensando en los mismos objetivos?

Si lo más importante es estar en las primeras líneas de los rankings, sacar el mejor puntaje PSU, sacar el mejor puntaje SIMCE o lograr un mejor resultado en la evaluación internacional PISA, está claro que la “calidad” se asociará a ese ranking. Sin embargo, aquí estamos frente a un efecto pernicioso. La necesidad de aparecer en los primeros lugares del ranking hará que la atención esté focalizada en los indicadores que lo conforman, pero ¡cuidado! ¿por qué se usan esos indicadores y no otros? ¿cómo incluir los cambios culturales dentro del ranking? ¿cómo combinar distintos indicadores? ¿qué habilidades se miden con esos indicadores?

Lo que me preocupa va de la mano con una sociedad que está en constante cambio según los distintos factores que la conforman. Los medios de comunicación, la política, la economía, el arte, la publicidad, los debates, las leyes, el desarrollo internacional, etc. La combinación de estos factores y muchos más inciden directamente en la cultura, tomando en cuenta lo que hace y lo que deja de hacer el país, que invisiblemente va moldeando y ordenando nuestra sociedad. Por lo tanto, es de suma urgencia analizar qué facultades debe desarrollar un niño para enfrentarse a esta cambiante cultura.

Acá quiero hacer un paréntesis respecto a las familias, que son un pilar fundamental en la formación del niño y que hoy las vemos muy ausentes en su desarrollo, por distintas circunstancias que han permitido un escenario muy disgregado, donde el niño prácticamente crece sólo y su ejemplo más cercano ya no son sus padres sino los profesores, amigos y/o personajes de la TV. Entonces frente a esta situación el colegio pasa a ser un espacio privilegiado donde el niño podrá conocer ese ejemplo y recibir apoyo para desarrollar sus talentos y habilidades, que luego serán una gran herramienta para descubrir su verdadera vocación y enfrentar las exigencias de la vida.

¿Pero qué está pasando hoy en día con este apoyo que entrega la institución educativa? Ocurre, que, por el mismo hecho, que suena bastante lógico, de potenciar los indicadores que permitirán escalar a los primeros puestos del ranking, se han cambiado las horas para desarrollar habilidades blandas, por más horas de matemáticas, lenguaje, ciencias sociales y ciencias naturales. Y esto suena muy cuerdo, ya que esos son justamente los conocimientos necesarios para enfrentar la PSU y poder entrar a una carrera “rentable” en la mejor universidad posible.

Pero, si un niño recibe desde chico una educación focalizada sólo en las materias que serán evaluadas en estos indicadores, hay un alto riesgo de perder talentos innatos, y acá entramos en otro problema asociado a esta supuesta “calidad” que todos buscamos y que no sabemos si hay consenso en su definición de fondo.

Al reproducir alumnos en masa, que entrarán a las mismas carreras, no solo estamos limitando la naturaleza humana y diversa, sino que estamos colapsando el mercado con profesionales de carreras “rentables”, con lo que en el mediano plazo esa rentabilidad se verá afectada e indudablemente caerá o se equilibrará por una selección natural de los mejores talentos, dejando al margen del mercado a muchos profesionales. Según los análisis de Ken Robinson (1), esto trae como consecuencia una especie de inflación en la educación, ya que un título de bachiller no vale lo mismo que antes y si para conseguir un trabajo años atrás se lograba con 5 años de estudio universitario, ahora ya no es suficiente y hay que tener un Phd. lo cual se hace insostenible para muchas familias.

Con esto estamos tocando un problema mucho más profundo que va ligado a la felicidad del ser humano, la felicidad de poder desarrollar su mejor habilidad con las mejores herramientas. Esto lo podríamos contra argumentar con que los recursos son limitados, por lo tanto no se pueden ofrecer tantas opciones como personas hay, pero no me refiero a eso, sino a ofrecer una base para el desarrollo integral, para así, a la hora de elegir una carrera o profesión, el niño tenga las facultades suficientes para tomar sus propias decisiones y pueda hacerlo con amplios conocimientos de distintas materias y lo que es más importante, con conocimiento de sus propios talentos y habilidades. Esto lo ayudaría a desarrollar una carrera universitaria que lo apasione, que lo incentive a destacar, que motive a sus pares y que finalmente este individuo sea un aporte a la sociedad y no una marioneta del sistema.

¿Entonces, qué nos puede faltar para lograr una educación más integral?

Una opción, que yo respaldo ampliamente, es la de reinsertar el arte en la formación general de enseñanza pre básica y básica, sin que esto requiera grandes costos para la entidad educativa, ya que podemos observar que los sistemas más exitosos no son los que gastan más, sino los que mejor invierten los recursos escasos. (Si las escuelas mejoraran su eficiencia se podría reducir en un 20% los recursos que se destinan a ellas)(2)

Gracias a diversas investigaciones (3), recién en los años ‘60 la educación artística empezó a considerarse dentro del currículo y se pudo apreciar que ésta influía positivamente en áreas relacionadas con la ciencia, la lectura, la aritmética, entre otras.

Por otro lado Lowenfeld (4), enfatiza la importancia de la adaptación del hombre en el medio en que se desenvuelve, gracias al establecimiento de un equilibrio entre el intelecto y las emociones. Plantea que es fundamental hacer a los individuos más sensibles a las necesidades de los demás y que la inclusión del arte debe tener como objetivo el desarrollo de la creatividad, la ampliación del mundo sensorial y las facultades creadoras, para luego transferirlas a todos los dominios de la actividad humana.
Para Herbert Read (5) , la educación debe conducir al hombre a vivir su vida de forma espontánea, natural, creadora y con armonía emocional e intelectual. Por lo tanto, el arte en la educación está subordinado al proceso de personalización de las actitudes, de la singularidad y a la integración del hombre a la vida social.
Por ejemplo, para estimular el trabajo en equipo, el teatro permite desarrollar la creatividad a través del juego dinámico, que permite el vínculo entre los distintos actores y ayuda a desarrollar la confianza personal. De este modo se podría incluir esta expresión artística corporal como un proceso de aprendizaje y no como un resultado. Otro ejemplo se da en la formación de coros, donde cada voz es importante, luego el resultado final depende del esfuerzo y la interacción de cada integrante, fomentando así la solidaridad, virtud que hoy en día hemos ido perdiendo por ser agentes en un mundo cada vez más individualista. La actividad coral ayudaría al niño a desarrollar desde temprana edad a compartir y comunicarse dentro de un grupo, independientemente del hecho artístico.
Podría seguir con los ejemplos, pero lo que más me interesa es que reflexionemos sobre la educación de “calidad”, término tan usado últimamente y llegar a un consenso sobre qué factores podrían enriquecer nuestro actual sistema de educación.

Entonces, desde mi punto de vista, integrar el área artística en el plan de formación general, entendiendo el arte más allá de su especificidad, como un medio de expresión y de integración de las demás facultades, entregaría al niño mejores herramientas para enfrentar su relación dinámica con el medio, sea este histórico-social o físico-natural. De este modo tendríamos un capital humano íntegro, con individuos conscientes de sus propios talentos, con gran capacidad para responder a las demandas del mercado y a las exigencia.


1) Robinson, Ken. Charla TED, 2006. Disponible en internet:
http://www.ted.com/talks/ken_robinson_says_schools_kill_creativity.html
2) Schleicher, Andreas. Director en la OCDE del Departamento para Indicadores y Análisis del Directorio para Educación, en entrevista para el Diario La Tercera.
3) Bruner, J. The process of education, 1960 y 1973.
4) Lowenfeld, V. Desarrollo de la capacidad creadora, Buenos Aires, 1972.
5) Read, H. La educación por el arte, Editorial Paidos, 1973.

No hay comentarios:

Publicar un comentario