He seguido con preocupación las últimas semanas el asunto de las casas de apuestas deportivas online en Chile, y su relación con los clubes nacionales de fútbol profesional. Es un tema muy relevante que, creo, se está tratando y buscando resolver de forma equivocada.
En
Chile la industria del juego y las apuestas es excepcionalmente legal. Es
decir, esta industria es en general ilegal y su explotación está restringida a
ciertas entidades autorizadas por ley: la Polla Chilena de Beneficencia (Xperto,
Loto, etc.), Lotería de Concepción (Kino y otros), los hipódromos (Teletrak), casinos
y cruceros turísticos, quienes tienen un monopolio legal del rubro. Por tanto, cualquier
otro sitio web que opere u ofrezca juegos de azar y apuestas online en Chile está
en la ilegalidad, como Betway, Coolbet, Bet365, etc., empresas internacionales
que sí aceptan apuestas desde Chile. Así, éstas son las Uber y Cabify del mundo
de las apuestas.
Otro
pelo a la sopa es que algunas de estas empresas han firmado acuerdos
comerciales con clubes de fútbol profesional a través de, entre otros, Vibra,
agencia de marketing de propiedad de Fernando Felicevich. Y ¿cuál es el
problema? Que es un agente de jugadores con muy mala prensa en Chile y al que
se le ha acusado sistemáticamente (sin pruebas y en base a rumores) de tener
una influencia indebida en clubes nacionales y hasta de armar la selección
nacional.
Asimismo,
para coronar el asunto, hoy se discute en el Congreso un proyecto de ley que busca
prohibir la publicidad relacionada a casas de apuestas en actividades
deportivas. Esta se sumaría a la prohibición legal de publicidad de bebidas
alcohólicas en el deporte, actualmente vigente.
Ahora
bien, estas líneas no son una defensa corporativa de la industria de las
apuestas ni menos del referido agente de jugadores. Sino un punto de vista para
tratar el tema desde otro ángulo y resolver el problema de forma útil y
constructiva.
Efectivamente,
es fundamental que el funcionamiento de las casas de apuestas internacionales
en Chile –no sólo las deportivas– sea regulado y se dote a la Superintendencia
de Casinos de Juego con todas las herramientas para su control y fiscalización.
Porque es una industria con muchas externalidades negativas sociales, como el
vicio, el vínculo con el crimen organizado, y que el deporte sufre en especial con
el arreglo de partidos. En tal sentido, también la Federación de Fútbol y la
ANFP deberían crear protocolos y campañas para prevenir el arreglo de partidos,
entre los diferentes temas que tienen pendientes.
Sin
embargo, el mayor problema está en la medida que se impulsa desde el Poder
Legislativo, la que cae en un simple prohibicionismo que corta por lo sano, que
no soluciona el problema de fondo y que afecta gravemente a la industria deportiva.
Por el contrario, en Chile urge fomentar, simplificar y facilitar la inversión
en el deporte desde todo ámbito. Tanto para contrarrestar las cifras alarmantes
de sedentarismo y obesidad en la población, dotar de cultura deportiva al país
–ciudadanos e instituciones– y mejorar los resultados en el alto rendimiento,
por ejemplo, el desempeño de clubes en copas internacionales y el recambio en
la selección.
Este
último punto, así como varios otros males de nuestro fútbol, ha sido
ampliamente criticado y discutido por los medios y ciudadanía, pero rara vez
con visión constructiva, diagnósticos de causas claras ni menos propuestas
concretas de mejora. En cambio, una industria como la del juego y las apuestas
(y el entretenimiento en general) que está invirtiendo fuertemente en el
deporte en todo el mundo, en vez de apartarla, debe ser atraída y bienvenida,
poniéndole límites adecuados y llevándola a que sea parte de la solución y no
del problema.
Así, en vez de prohibir su presencia en el deporte, sería mucho mejor que ayude clara y fuertemente en la prevención, control y fiscalización de sus externalidades negativas. Estas empresas son aliados naturales e ideales para fomentar la transparencia, fair-play financiero y el juego responsable; para atacar malos hábitos; ahuyentar al crimen organizado de esta industria y empujar a la profesionalización del deporte y orientarlo más hacia el entretenimiento, único lugar donde puede ser autosustentable. De hecho, se haría un gran favor al deporte y la sociedad que se hiciera algo parecido con las bebidas alcohólicas ¿O acaso dicha prohibición ha ayudado en algo a que en Chile se tome menos y/o de forma más responsable?